Tradicionalmente el coaching es el arte de llevar al cliente a descubrir por sí mismo sus respuestas. Es el arte de llevar al cliente a aprender y avanzar hacia sus objetivos. Es un arte no-directivo, donde se invita al cliente a descubrir por sí mismo lo que necesita.
Pero hay clientes que esperan respuestas del coach. Hay clientes que quieren que el coach se moje y dé su opinión. En ese caso, qué debe hacer el coach?
Si el cliente te pide la opinión, dásela. Pero asegúrate de que el cliente tiene su propia opinión antes. Asegúrate de que el cliente esté en contacto con sus valores. Asegúrate que el cliente es capaz de ver la situación desde al menos 2 o 3 perspectivas distintas. Asegúrate que el cliente esté en contacto con sus sentimientos (y no sólo con sus pensamientos o creencias).
Es decir, está bien dar dirección, consejos, dirección…al cliente. Pero hazlo en su momento, no en la primera sesión. Deja que el cliente descubra, aprenda, reflexione, profundice en su punto (o puntos) de vista. Y luego comparte tu opinión. Pero…distingue muy bien lo que es “tu opinión o creencia” de lo que es “tu experiencia”. Una opinión bien formada puede servirle más que tu experiencia, pero sé honesto contigo y dile de donde procede lo que compartes con él.