Todos tenemos nuestro pasado, nuestra historia personal. La llevamos encima casi cada momento. Es difícil hablar con alguien que se ha desapegado totalmente de su contexto personal (de su ego – o de aquella parte de la mente que se cree existir independientemente de todo lo que le rodea).
Como coach no me interesa el personaje de mi cliente. No me interesa su historia personal ni nada con lo cual se pueda haber identificado. De hecho, cada vez que hago una sesión con un cliente, tengo dificultades para recordar qué sucedió en la anterior sesión, pues para mi, aquello ya ha pasado y no “es” mi cliente.
Mi cliente “es” simplemente. Y ello no tiene más contenido que el puro verbo “es”. Lo que le sucedió a mi cliente o lo que le ocurre ahora, forma parte del contexto en el cual ocurre el coaching. Pero no forma parte de la “es”encia de mi cliente.
La mayoría de veces, el cliente acude al coach con la esperanza de encontrar alguien que le ayude a manejarse mejor en su vida diaria (el contexto). Y en mi opinión, el coaching es más eficaz cuando se centra en el cliente (el contenido), es decir, en el que vive en ese contexto o circunstancias.
Así como por el fruto de un árbol (contenido) se puede saber cómo han sido las circunstancias climatológicas de ese árbol (contexto), las circunstancias de la vida del cliente tiene sus raíces en su esencia espiritual. Para contactar con esa esencia hay que escuchar con atención al cliente AQUÍ Y AHORA. Y no por lo que diga (que forma parte de su contexto) sino por cómo lo dice (contenido) es como descubres quién es ese cliente y qué está llamado a ser.
Así pues, la próxima vez que hagas coaching, si ves que me he olvidado completamente de tu historial, te pido que me disculpes pues estoy centrado en lo que en estos momentos está vivo. Te sugiero también que dejes de hablar de tu vida y contactes por un momento con el sabor de la fruta que estoy saboreando…
En Co-Active Coaching™ llamamos a tu esencia la “Agenda” (con “A” mayúsculas) y a tu historial personal (con tus objetivos concretos) lo llamamos la “agenda” (con “a” minúscula).
Ahora que he situado la importancia que tiene la Agenda respecto la pequeña agenda, es importante también recalcar que el coach debe saber enlazarlas ambas. El cliente normalmente acude al coach para resolver un tema concreto (agenda) y por más que salga fortalecido (en contacto con su Agenda), debe ser capaz de solucionar o vivir su vida (agenda) plenamente, de forma consciente y según su esencia (Agenda).